¿Dejerías morir a los tuyos por una idea que ni siquiera te es propia? Son las muertes de los otros las que mitigan los bríos de cualquier voluntad. Solo somos inquebrantables cuando ya estamos hechos pedazos. Es la amenaza de vivir su muerte, de enjugarse la consciencia con la sangre de los seres amados sin haber participado en su ejecución. Quien guarda sentimientos nobles por otro, en un mundo fascista y totalitario, expone completamente su vulnerabilidad.
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