(Marquis)ette: Cuando el pueblo sepa leer, sentirá vergüenza de entenderlo

¡Ay de ti, mi Colin! ¿Por qué no atendiste mis súplicas de abstinencia? Ahora tu intelecto preclaro se ha visto reducido a hematomas. Mientras recuperas los bríos de antaño, ¡silencio! El libertino tiene que saberse tal, antes de ponerse en marcha. ¡Silencio! Tu asfixia habría de precipitar la muerte del licaón. ¡Él mismo hizo un nudo sobre tí, y comprimió —marquisette, marquisette— tu cuello! En su cobardía, tal vez mediado por el beso suave de un vellocino de oro (o les Malheurs de la vertu), te homologó al Patriarca. ¡Se que no te merezco, mi Colin!

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Nosotros, ¿quiénes?

¿Ajusticiamos en el paredón de fusilamiento a Adelaide por querer escapar de aquella prisión de balbuceos iterativos y espasmos vejatorios, o condenamos a la horca a Red por pretender de vuelta lo que por derecho le pertenece? ¿Se puede juzgar de egoísta a Adelaide que escapó del inframundo apenas siendo una niña? ¿La toma de consciencia de Red le “destinó” a dirigir un colectivo, un proyecto político multitudinario, que permitiera empatar la defensa reaccionaria y procurar corregir las desigualdades estructurales de la sociedad? ¿Buscamos aún buenos y malos, culpables e inocentes? Evóquese el monólogo inmortal: Érase una vez, había una niña y la niña tenía una sombra…

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Algunos comentarios sobre la primera temporada de The Man in the High Castle (2015)

¿Dejerías morir a los tuyos por una idea que ni siquiera te es propia? Son las muertes de los otros las que mitigan los bríos de cualquier voluntad. Solo somos inquebrantables cuando ya estamos hechos pedazos. Es la amenaza de vivir su muerte, de enjugarse la consciencia con la sangre de los seres amados sin haber participado en su ejecución. Quien guarda sentimientos nobles por otro, en un mundo fascista y totalitario, expone completamente su vulnerabilidad.

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Un asunto de familia (万引き家族), o de la muerte del Ratón Pérez

Por ello, resulta infértil discurrir sobre los grados de intensidad del amor filial, hecho que angustiaba tanto a Nobuyo. Es una futilidad aspirar a cuantificar si se quiere más a la familia que nos ha sido dada, arbitrariamente, o a la que elegimos, llegando a ella mucho después de nacidos. Para un niño de la edad de Yuri o Shota, cualquiera puede ser familia si les tratan afectiva y respetuosamente… cualquiera. Hasta un ladrón.

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Empecemos con los porqués (y lo que significa ser un rolling stone)...

Ha sido mi intención, al homenajear tanto el carácter circular de su condena como el cruel instrumento que fue forzado a utilizar para cumplirla (y no cumplirla a la vez), la que me ha llevado a invertir el orden de los factores nominales que bautizan el proyecto. Nótese entonces la preponderancia de esas flechas que se esfuerzan por devenir ideogramas.

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